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Investigadores del Centro de Investigación Ecológica y
Aplicaciones Forestales han llevado a cabo un estudio que tarta de explicar
cómo la complejidad y diversidad de la vida se relacionan con procesos y leyes
físicas. Según los autores, la vida se organiza a caballo de gradientes de
energía, acumulando información por combinación e innovación de forma gradual y
destruyéndose de vez en cuando de forma repentina.
Una nueva biología o ecología 'física' ayudará a una mayor
comprensión global, según el estudio. / CREAF
Los científicos Josep Peñuelas, profesor de investigación del
Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y Jaume Terradas,
fundador del CREAF han llevado a cabo un estudio que explica cómo la
complejidad y diversidad de la vida se relacionan con procesos
y leyes físicas.
Según el artículo, que ha sido publicado en la revista Open Ecology Journal, la vida se
organiza a caballo de gradientes de energía, acumulando información por
combinación e innovación de forma gradual y destruyéndose de vez en cuando de
forma repentina.
Los investigadores indican que cuanto más complejo y diverso es
un sistema más información contiene. De hecho, señalan, entender cómo la
información se acumula en los organismos y los ecosistemas es el objetivo
principal de la biología y la ecología.
El proceso de combinación construye átomos de las partículas y
moléculas de los átomos. "Por lo tanto, las piezas preexistentes se juntan
en estructuras más grandes. Los organismos vivos, acumulan y copian fácilmente
información. Estas piezas copiadas se modifican a través de mutaciones y otros
mecanismos genéticos en un proceso de innovación y también por combinaciones
entre organismos para transferencia de genes, simbiosis, etc", señalan.
"Ambos procesos, la combinación y la innovación, también
suceden en la cultura y crean diversidad y complejidad: unas 25 letras de un
abecedario o un centenar de elementos químicos pueden crear un número
inimaginable de combinaciones", dicen los autores.
En el trabajo también se destaca que "la vida depende del
flujo de energía que mantiene nuestro metabolismo: las plantas utilizan la
energía solar, nosotros la materia orgánica y las bacterias pueden utilizar una
gran variedad de fuentes de energía. Además de esta energía interna que asegura
el metabolismo, los ecosistemas también necesitan grandes cantidades de energía
externa para evolucionar y seguir funcionando: el agua y el viento ayudan a
muchas especies a dispersar sus semillas y de la misma manera la humanidad
utiliza la energía para desarrollarse culturalmente y tecnológicamente".
El uso de esta energía ha conllevado una evolución cultural y un
crecimiento de la población al tiempo que ha llevado a una mayor perturbación
del clima, pérdida de biodiversidad y agotamiento de recursos, subraya Jaume
Terradas.
Ecología y socioeconomía
Terradas también señala que es preciso incluir a la humanidad y
a la cultura dentro de una nueva teoría ecológica y evolutiva más general. Esto
"nos permitiría integrar la ecología y la socioeconomía y cambiar la
visión ahora dominante de la tierra y la biosfera como una fuente de recursos
que podemos utilizar para nuestro beneficio, que no tiene en cuenta la
desestabilización del sistema que ello supondría".
"Una nueva biología o ecología 'física' nos ayudaría a
comprender de forma global nuestra dependencia del sistema y nos aportaría las
herramientas para cambiar el comportamiento de la humanidad y ser más
adaptativos que explotadores", dice el científico.
En su opinión, el proceso de adquisición de información es
histórico y no puede ir hacia atrás. "Sin embargo, los sistemas no
acumulan complejidad e información de forma infinita".
De vez en cuando se produce la destrucción de los sistemas, que
se pueden observar en diferentes escalas, desde la muerte individual en
catástrofes parciales (incendios forestales) o globales (grandes extinciones).
"Los sistemas más complejos pueden aparecer cuando fluye el tiempo y la
historia se acumula. Así es como la vida en la Tierra genera su enorme
complejidad, una complejidad y heterogeneidad que puede ser visto como un ruido
en la física, pero que nosotros, los ecólogos, vemos como la magia de la vida
", dice Josep Peñuelas, coautor del estudio.
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